Después de publicar la Newsletter Excusas fuera:
recibí un mensaje que me tocó. No solo por su tono —cercano y honesto—, sino también por el fondo. Una de esas respuestas que no solo agradeces, sino que te hacen parar y volver a mirar con atención lo que llevas entre manos.
Una lectora fiel me escribió una reflexión que quiero compartir hoy contigo, porque resume en pocas palabras algo que a muchos se nos escapa:
Cuando algo es sencillo, nos da por complicarlo.
Lo esencial parece demasiado obvio.
Y es que a veces buscamos lo ruidoso solo porque lo simple nos obliga a mirar dentro, y eso incomoda.
¿No te parece potente?
Ella me hablaba del valor de lo sencillo. De no acumular más, sino de aprender a disfrutar de lo esencial. Me hablaba del impacto que tiene elegir con intención, actuar con claridad, y no dejar que el miedo a equivocarnos nos convierta en víctimas del perfeccionismo.
Y todo esto, con un ejemplo que me pareció potente: un armario vacío.
“Un armario vacío nunca se queda vacío del todo.”
El reto no es llenarlo, eso lo hace cualquiera. El reto es tener la autodisciplina de llenarlo con pocas cosas, que sean buenas y que tengan sentido. Y mantenerlo ordenado. Y, de vez en cuando, hacer limpieza.
Muy filosofía 5S, ya sabes, te hablé de ella aquí:
Porque lo que no se revisa, se desordena. Y lo que se desordena, nos desordena.
Esto no va solo de ropa. Va de tiempo. De decisiones. De relaciones. De lo que metemos en la cabeza cada día.
Porque el desorden físico genera desorden mental. Y si no lo cuidas, te arrastra.
Simplicidad no significa superficialidad. Significa haber hecho el trabajo de fondo. El de saber quién eres, lo que valoras, lo que quieres conservar y lo que ya no encaja.
Significa dejar de actuar por inercia y empezar a decidir con criterio. Tomar decisiones más simples, más limpias. Automatizar lo repetitivo. Renunciar al drama. Huir del “más es mejor”. Perder el miedo a que algo no salga perfecto y ganar la libertad de hacerlo de forma auténtica.
Pero cuidado. Lo sencillo no es fácil. Requiere constancia. Requiere fortaleza mental. Requiere voluntad. Requiere automotivación. Requiere confiar en el proceso, incluso cuando no hay aplausos ni resultados inmediatos. Requiere aceptar que no siempre hace falta hacer más, sino hacer mejor.
Una gran cita que también me regalo esta lectora dice:
—“La sencillez es la máxima sofisticación.”
Leonardo Da Vinci
Quizás no sea la cita más bonita para poner en una taza. Pero es un buen recordatorio incómodo para recordar que el verdadero trabajo está en quitar capas. En podar. En mirar lo que sobra. Y en volver a lo esencial con humildad.
Justo como te expliqué en este artículo:
Así que gracias. Gracias a esa lectora que me recordó todo esto. A veces la sabiduría no viene de los libros, ni de los gurús, ni de los grandes discursos. A veces viene de alguien que se atreve a escribir lo que siente, sin adornos, y a recordarte lo que ya sabías… pero habías dejado de escuchar.
4 preguntas sencillas para ti:
¿Qué significaría para ti vivir con más sencillez, sin renunciar a lo importante?
¿En qué áreas de tu vida estás acumulando más de lo que necesitas?
¿Qué podrías eliminar, delegar o simplificar esta semana?
¿Qué pequeño cambio vas a probar hoy para elegir lo esencial?
Respóndelas, envíame tus respuestas por MP y te lanzo una quinta pregunta sólo para ti.
PD: La elegancia no está en el exceso. Está en la calma. En decir “esto sí” con intención… y “esto no” con claridad.
PD 2: Recuerda no se trata de tener menos. Se trata de necesitar menos. Y de disfrutar más lo que sí eliges tener.
Un abrazo con Método.
Chema Portero “El Coach de Substack”
Coach de líderes imperfectos que eligen hacerlo mejor cada día.