El otro día hablaba con un proveedor. La situación no era sencilla, había presión por ambos lados. Él quería cerrar pronto y facturar, yo necesitaba asegurarme de que todo estuviera validado. Lo típico. Sin embargo, desde el primer minuto el diálogo fluyó con naturalidad. Cada uno defendía su posición, pero sin levantar la voz ni tensar el aire. Fue una conversación directa, profesional y respetuosa.
Cuando estábamos cerrando la llamada, ya casi colgando, el proveedor me suelta algo que me dejó pensando. Me dice:
“Una cosa te quiero decir, Chema. Te agradezco que seas mi interlocutor en este asunto, y también el buen entendimiento desde el primer momento. No te puedes imaginar los clientes con los que tengo que tratar, y que sólo ponen palos en la rueda y cosas peores”.
Guardé unos segundos de silencio. Y le respondí sin darle muchas vueltas:
“Creo que no tenemos que olvidar nunca que esto es trabajo y cada uno defendemos a nuestra empresa, pero hay que recordar esto del otro también. Quizás sea porque ahora estoy en calidad y tengo claro cómo me gusta que me traten los clientes. Y sé que no tiene nada que ver cuando, pese a los problemas, se mantiene una buena comunicación, un diálogo constante y sin crispación”.
Él se quedó callado también, como si estuviera masticando mis palabras, y entonces respondió:
“Pues claro, es cómo dices, esto es simplemente trabajo y ante todo somos personas. Y tal y como quiero que me traten, trato yo a los demás”.
Qué sencillo, qué básico ¿verdad?. Qué fácil sería todo si lo recordáramos más veces en mitad de la prisa y de las urgencias. Incluso dentro de nuestra propia empresa.
Porque se puede tener razón, o defender tu razón sin perder la educación.
Porque se puede defender una postura firme sin levantar trincheras innecesarias.
Porque no hay mejora posible sin entendimiento, y eso empieza con una llamada o una conversación en la que uno elige cómo hablarle al otro.
Vuelvo al viejo dicho:
“Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”.
– Confucio
4 Preguntas para el que sabe que liderar es conversar:
— ¿Cuándo fue la última vez que mantuviste una conversación difícil con buen tono?
— ¿Qué gana tu liderazgo cuando eliges el entendimiento antes que atrincherarte con tu razón?
— ¿Qué puedes hacer para mantener la calma cuando el otro no la tiene?
— ¿Qué conversaciones tienes pendientes por miedo a que se tuerzan?
Y ya sabes, si respondes a estas 4 preguntas, te lanzo una quinta.
P.D. A veces, un “gracias” al final de una llamada deja más huella que todo el presupuesto enviado.
P.D.2 Si no sabes por dónde empezar una conversación complicada, empieza por el respeto… lo demás fluye.
Un abrazo con Método.
—Coach de líderes imperfectos que eligen hacerlo mejor cada día.
Qué importante recordarlo. En tiempos donde todo se mide, se calcula y se optimiza, el trato humano sigue siendo lo único que deja huella real.
Y quizás lo más curioso es que cuesta poco… pero transforma mucho.
A veces una conversación amable pesa más que cien métricas.
Que importante es el factor humano por delante del beneficio o llevar la razón, gran post Chema , feliz día 🌹