Fue un verano de no hace mucho, había una vacante difícil que cubrir en una semana clave. Un puesto técnico, exigente, con curva de aprendizaje. El tiempo apretaba y no encontrábamos a la persona adecuada. Buscábamos dentro y fuera, y la solución no aparecía.
Hasta que, sin buscarlo, surgió.
Café en mano, conversación tranquila, sin presión. Y entonces, uno de los supervisores dijo un nombre. Alguien que nunca había pasado por ese puesto.
Pero esa persona tenía dos cosas clave: aptitud y actitud.
Lo miré. Me miró. Y sin necesidad de más explicación, supimos que esa era la tecla.
La implementamos. Se formó. Dio la talla. Y no solo cubrió, sino que aportó.
Y es que las ideas fuera de la caja no nacen de la nada…
“Hay ideas buenas y también malas. Lo importante es dar el espacio para que puedan salir.”
Las ideas así nacen en entornos donde sabes que no te van a machacar por proponer algo distinto. Donde se valora más el intento que la comodidad. Y donde puedes decir en voz alta lo que otros solo se atreven a pensar en silencio.
Ese verano aprendí algo importante: el liderazgo no solo está en decidir. También está en escuchar con apertura. Y en sostener el espacio para que las ideas puedan nacer.
4 preguntas para crear tu espacio ideal:
¿Tu equipo siente que puede decir lo que piensa sin ser juzgado?
¿Cuándo fue la última vez que una idea brillante surgió sin estar en la agenda?
¿Tienes claro quién, aunque nunca lo haya hecho, podría sorprenderte si lo pones ahí?
¿Qué estás haciendo hoy para que tu gente se atreva a proponer?
P. D. Cuando el entorno es seguro, la creatividad no se fuerza. Fluye.
P. D. 2. A veces, el mejor plan de desarrollo… empieza con un café sin guion.
Un abrazo con Método.
Chema Portero “El Coach de Substack”
Coach de líderes imperfectos que eligen hacerlo mejor cada día.
Como ex directivo, me has llevado de vuelta a esas reuniones improvisadas que —con un café en la mano y sin PowerPoint de por medio— abrían espacio a lo inesperado. Y ahí, muchas veces, surgía lo verdaderamente valioso.
En mi experiencia, los mejores movimientos de equipo no salieron del Excel ni de los planes de desarrollo más ambiciosos. Salieron de escuchar con atención, de leer entre líneas, de confiar en alguien que quizá no tenía el currículum ideal… pero sí la mirada encendida.
Crear ese entorno donde se puede hablar sin miedo no solo mejora la cultura: transforma el negocio. Porque el liderazgo, como bien apuntas, no es gritar más fuerte, sino escuchar mejor.
Y a veces, todo empieza con un “¿Y si probamos con…?”